Si pudiera platicar con mi bisabuelo le diría que qué bonito nombre tiene , Amado Delgadillo.
Esta es la recámara en la que pasó sus últimos días. Los muebles y los sentimientos siguen intactos a más de 64 años después
A sus casi 90 años la vida y la comida ya no le estaban pasando.
Los médicos llegaron en avioneta aterrizando en el carril de caballos, algunos creyeron que fue demasiado tarde, pero Amado sabía que habían llegado a tiempo, que era el tiempo.
Me contaron que dio instrucciones hasta para su funeral, cuando terminó dijo "Ahora sí" y sus hombros cayeron en coma para morir unas horas después.
El arroyo tenía 9 días corriendo y temía que no pudiera pasar la camioneta con su ataúd camino a la iglesia de la hacienda donde fue sepultado.
Pero la naturaleza abrió el camino para su despedida y llegando al casco de la hacienda las campanas y el llanto contenido de sus hijos lo recibieron en su descanso eterno.
Todo esto nos lo contó hoy su hija de 94 años.
Todavía le duele, todavía le llora.
Hay llantos y campanas que nunca dejan de sonar.