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  • Foto del escritorAdriana Somófora

Encabronada

Actualizado: 2 abr


Estoy encabronada por no estar en la marcha. 

Encabronada por no poder ira gritar esto que me está ahogando 

Encabronada por no poder estar hoy con mis amigas.


Esas que nunca me han dañado, esas que aman bonito con respeto y sororidad, y no solo por ser mujeres, por ser personas, sin importar los dolores por los que hayan pasado, ellas están ahí de pie para mí, para nosotras. No importa la hora, no importa cómo se sientan, ellas están ahí, aquí, están para ayudarme a salvarle la vida a mi madre, están para abrazarme el corazón que me han estrellado y pegarlo en un abrazo tan fuerte que vuelve a ser de una sola pieza, aunque no tengan fuerza por sus propias batallas y demonios la sacan en ese instante para levantarme, para levantarnos más alto que nunca. 


Tengan miedo de la fuerza que se hace cuando las mujeres unen sus manos, tengan miedo de lo alto que llegará nuestra voz, no será de un momento para otro, pero en cada momento estaremos cambiando las reglas, hasta que la única regla que de sangre sea la que da vida desde nosotras. 


.


A mi no me han matado ni guardado bajo tierra, pero me han matado las ilusiones y me han puesto detrás de una puerta, debajo de la sábana de la cama que me cuesta salir cuando intentan quebrarme el alma, cuando pierdo la esperanza de vivir en un entorno donde dejemos de hacernos daño por las reglas de los que buscaban todo menos la felicidad de mujeres y hombres, se inventaron alguna vez. 


Ya no queremos resistir, ya no queremos ser fuertes, es tiempo de ser libres y felices. No queremos sobrevivir, queremos vivir y lo vamos a lograr. 


Gritando hoy en la calle, pero calladitas (como les gusta) el resto de los días, calladitas trabajando, concentradas en nuestra lucha consciente, calladitas escalando y liberándonos, y en ese silencio callaremos las bocas de los otros. 


Dejaremos de arrastrar culpas por ser mejores, por ser inteligentes, fuertes, hermosas, dejaremos de arrastrar la culpa por crecer y ya no caber en ese frasco delicado que nos quisieron meter. Somos demasiado grandes y poderosas para estar en esos frascos.  


Tampoco quiero cuidar el tamaño de mi falda cuando ellos no cuidan el tamaño de su boca, no quiero cuidar el tamaño de mis deseos cuando ellos no cuidan el volumen de su voz y de la heridas que causan, heridas que a los que siguen estas reglas también les duelen. 


Cuando las reglas caigan y sus corazones se sientan abrazados y puedan llorar como las locas lo hacemos, sabrán que tardaron mucho en aceptar que esas reglas nos dañaban a todos. Poniéndolos a ellos en la primera fila, recibiendo los primeros golpes con disfraces de privilegios que pesan más de lo que impulsan. Y cuando dejen caer el patriarcado, los hombres se darán cuenta del enorme y doloroso peso que traían sobre sus hombros. 


Las palabras me liberan, pero cuidaré mi encabronamiento para cuando esto se me pase quedar cabrona y aunque ya no sea el día de la marcha, sacar mi fuerza todos los días de mi vida para que no me vuelvan a guardar bajo la sábana. 


Adriana Somófora






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