Hay días que la vida me pesa tanto que la ventana del alma se me entrecierra y el pedazo de mirada que queda se forma vacía por las caricias saldadas que se derraman desde que me partieron el alma.
¿Cómo sentirán las demás?
Porque yo siento mucho.
A mi el dolor es algo que no me deja respirar, que me apaga los ojos y hace que el alma me pese tanto que me jala hasta no dejarme de pie, el aire me falta y las ganas de vivir también.
Pero desde que me diagnosticaron que yo sentía tanto, respiro despacio ese aire que me falta y me recuerdo la paciencia que debo de tener, me digo “Te quiero” y busco la energía y el aire en los deseos de mi abuela y en la caja negra que siempre me salva.
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