Gracias
- Adriana Somófora
- hace 1 día
- 2 Min. de lectura
Muchas veces, desde siempre me pasa que la gente cercana al decirme algo de mi abuelita empiezan la frase con un "tu mamá..." a veces la rectifican y dicen ¡ah no, tu abuela! Otras continúan con lo que estaban contándome.
Me parece curioso la cantidad de veces y de personas que han cometido esta confusión, porque saben perfectamente que Dolores es mi abuela. Pero es como si algo desde lo más profundo y natural de su mente les dictará esas palabras.
Se siente como una confusión bonita, pero no deja de ser extraña, porque aunque Dolores es mi persona más amada jamás la llamé con sobrenombres cariñosos que se acercaran a la palabra mamá.
Hablando con mi hermana, con la que tenía una década de platicas pendientes, coincidimos en que nos pasa mucho esto, a mi abuelo lo nombran como su papá, cosa que también me ha pasado algunas veces, la última fue ayer, cuando una de sus hijas me contaba "tu papá (corrige rápidamente) tu abuelito compró esa yegua de carreras..."
Quizá tiene poco de equivocación que los nombren como nuestros padres.
Pues en mi caso, el amor que me dio Dolores es de esos que solo salen de las madres, incluso más grande y especial, porque a los hijos mexicanos se les tiene la condición social de amar incondicionalmente, pero eso de amar a los nietos, ya no es una obligación, mucho menos la de maternarlos, si las abuelas deciden hacerlo, es por el único motivo de un amor puro que la experiencia de sus canas les ha enseñado a compartir y demostrar.
No sé si Dolores y Jesús planearon conscientemente llenarnos los huecos maternales y paternales con los que creceríamos, o si fue inercia del amor que nos dieron al hacernos sentir su casa y rancho como nuestro hogar, no sé si Dolores me alimentó sanamente el cuerpo y el alma con sus cremas de verduras porque sabía que me hacia falta o simplemente porque quiso hacerlo por amor.
No sé si Dolores quería ser mi mamá para llenar los vacíos de sus cuatro hijos perdidos en el jardín de San Sebastián.
Pero hoy me doy cuenta de que su amor se sintió como el de una madre.
Los que conocen completas mis historias se sorprenden por mi carácter.
Pero para mí no es sorpresa porque tuve a Dolores, a la que el amor le alcanzó para curarme todo.
A esa Dolores de la que tal vez no se equivoquen al nombrarmela "tu mamá"
le escrito muchas cartas y dedicado muchos textos y aunque las palabras para describir su amor pueden ser infinitas como el valor de lo que me dio, hoy día de las madres sólo quiero escribirle una.
Dolores:
GRACIAS
Tu chaparrita.

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