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Libélulas para el estómago

Foto del escritor: Adriana SomóforaAdriana Somófora

Nos dimos un abrazo y quise que se terminara nunca. 


Desee que sus brazos se convirtieran en mi hogar 


No me pude quedar ahí porque él tenía que volar


Él casi pierde su vuelo y yo la cordura.


En la tierra yo también volé, con esta mente que hace historias fantásticas en el aire.

Historias que muchas veces se hacen realidad, pero esta vez sus brazos no se convirtieron en un lugar para vivir. 


Nunca hubo un beso ni una palabra de atracción, bastaron nuestros dedos recorriendo la mesa del café por accidente para que se me metieran sus libélulas en el estómago. 


Me asusté cuando la costurera lo abrazó y le dijo que lo quería, que me esperaría a mi que andaba buscando a quien querer. 


Que me había pasado a mí, si todavía no lo conocía. 


Qué me había pasado, si las ganas de buscar el amor ya se me habían terminado. 


No pasó nada, pero lo sentí todo, lo confirmé cuando se metió en mis sueños, ese lugar donde solo Dolores y Norberto habían entrado. 

Fue en dos noches en el rancho, el lugar donde las estrellas y mis raíces me ofrecen la verdadera conexión.  


En un sueño, él repartía pan en una camioneta rosa, en la que pasaba por mí y el beso que le di. El otro no lo hablaré, lo dejaré en un secreto entre las estrellas y yo. 


Fui a verlo, con la intención de saber si algún día lo podía besar de verdad. 

Tan abierta como la nebulosa de arriba de la casa de mi tía, dispuesta a sacar estrellas nuevas de esa conexión. 


Y aunque el pecho me dolió cuando me contó de su dolor entre mariposas y una libélula, no pasó. 


Pero me quedé abierta y en siete días al norte del país llegaron siete conexiones profundas que hoy le dan un norte a mi vida.


Al parecer necesitaba a ese que hasta las costureras quieren para que me enseñara a descoser el pedazo de mi alma que me habían cerrado, ese por el que se respira. 


En una lección rápida que sólo estuvo en mis sueños y deseos, en poco tiempo porque los buenos maestros son concisos.




 
 
 

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